Mindfulness en la vida cotidiana: presente, práctica y atención plena

En el campo de la salud mental, dos conceptos han ganado prominencia en los últimos años: el mindfulness y la atención plena. Estos términos, a menudo utilizados de manera intercambiable, representan enfoques complementarios para lograr un bienestar emocional y psicológico óptimo. En el texto que sigue, se exploran sus diferencias y confluencias, así como la manera en que su práctica puede enriquecer la experiencia diaria. Se aborda, por tanto, la importancia del mindfulness en la vida cotidiana.

Mindfulness y atención plena, ¿cómo se relacionan? 

Desde hace algunos años, el mindfulness y la atención plena resuenan en el ámbito de la salud mental como modos de alcanzar el bienestar emocional y psicológico, así como una relación amable y estable entre el mundo interior y el mundo exterior. Sin embargo, aunque parezcan similares, tienen matices que los diferencian, pero que, a la vez, los complementan. En cuanto a sus similitudes, podría decirse que ambos se enfocan en el presente, de tal manera que los individuos lleguen a ser conscientes de lo que haces, piensan y quieren. No obstante, el mindfulness da un paso más: considera una actitud de apertura y aceptación de lo que se experimenta en el día a día. Para lograr esto, el mindfulness echa mano de la meditación y de algunas técnicas de la atención plena, de ahí que sean complementarias. Además, el mindfulness puede practicarse en cualquier momento y lugar. 

Los fundamentos de todo lo anterior, que incluso implica práctica, se recogen en el libro Mindfulness en la vida cotidiana. Donde quiera que vayas, ahí estas, de Jon Kabat Zinn. Este autor –referente de este campo– desarrolla todos los puntos de este enfoque en tres apartados que comprenden lo siguientes ejes temáticos: el presente, la práctica y el desarrollo de la atención plena. Precisamente, a lo largo de estas páginas, Kabat Zinn destaca la importancia de integrar el mindfulness en la vida cotidiana, permitiendo así ser conscientes de las múltiples posibilidades que encierra cada momento. Sostiene que esta práctica ayuda a evitar el automatismo, un fenómeno que a menudo aleja a las personas de la realidad y les impide vivir plenamente el presente. 

Mindfulness en la vida cotidiana: el presente 

Detenerse y captar los momentos 

La vida moderna se caracteriza por la agitación. Esto puede provocar que las personas queden atrapadas en la rutina y olviden, en consecuencia, la importancia de disfrutar el presente con todos sus aspectos, tanto positivos como negativos. El mindfulness, en este sentido, permite tomar una actitud diferente, de modo tal que detenerse es una acción imprescindible para captar los momentos tal como son, disfrutarlos, entenderlos y situarlos sin establecer juicios ni intentar cambiarlos. 

Confianza, generosidad y visión 

Ahora bien, la confianza en uno mismo y en los demás permite traza el camino para alcanzar la generosidad con las experiencias propias, lo que, a su vez, permite tener una visión clara de lo que es la vida y cómo es que se quiere vivirla. Quienes poseen más práctica en mindfulness desarrollan altos niveles de seguridad y también agradecen no solo lo que tienen, sino lo que reciben y pueden dar. Esto permite vivir, crecer, sentir, amar, a aprender y darle forma a la vida de manera consciente y, por lo tanto, plena. 

Meditar para desarrollarse 

El mindfulness guarda una relación de necesidad con la meditación, su herramienta más importante. Esto es así puesto que aquella permite explorar el interior, observar con perspectiva las preocupaciones, comprender las aspiraciones, darles lugar a los sentimientos negativos y conocer los lugares más íntimos de uno mismo. Esto permite una visión más amplia de lo que no es y de lo que necesita, lo que impacta directamente en saber cómo aprovechar el día a día sin puntos ciegos. 

Soltar y ser paciente 

Por último, con respecto al presente, la meditación permite soltar recuerdos, anclajes emocionales y darles nuevos sentidos a experiencias pasadas y necesidades presentes. Como puede intuirse, esto contribuye con el desarrollo de la paciencia con uno mismo y con los demás, porque se alcanza un alto nivel de comprensión del porqué de las cosas. La meditación ayuda a aceptar las cosas como son sin caer en la resignación. 

Mindfulness en la vida cotidiana: la práctica 

Meditación y postura: de pie o echado 

Tal y como se mencionó, el mindfulness requiere de ciertas prácticas, como la meditación, para vivir plenamente la vida cotidiana. Ya sea de pie o echado, meditar requiere concentración, respiración y atención a las sensaciones del cuerpo. Mientras haya comodidad, puede practicarse en cualquier lugar sin importar la postura del cuerpo. 

Meditación y lugar: casa, parque, montaña o playa 

Ahora bien, si no importa la postura, tampoco el lugar en el que se realiza la meditación. Lo que sí relevante es el conjunto de sensaciones que pueda provocar determinado espacio, sobre todo en lo que concierne a la paz y comodidad. Así, las personas pueden practicar mindfulness en los parques, playas o montañas, incluso en aquellos lugares donde se sienten bien. Lo que se busca es conectar con uno mismo, así que el exterior es solo un factor adicional que puede ayudar a alcanzar este propósito. 

Meditación y objetivos: explorar en propósito 

La meditación no busca necesariamente alcanzar un estado mental en particular; por el contrario, recurre a los pensamientos para explorar qué es lo que se busca, qué se quiere, qué y cómo se siente, así como saber por qué se realizan determinadas acciones. Se trata, con todo, de estar presentes en el momento a través de la consciencia de las experiencias. Esto permite tomar decisiones, sentir sosiego y emprender nuevos caminos. 

Mindfulness en la vida cotidiana: la atención plena 

Entender la armonía 

La atención plena, como parte del mindfulness, busca alcanzar la armonía entre todas las facetas de la vida cotidiana de una persona. Esto quiere decir que tanto la vida como los eventos que ocurren están interconectados, lo que quiere decir que cada acción, cada pensamiento y cada decisión influyen directamente en los acontecimientos que experimenta una persona. Al comprender la noción de armonía, el día a día puede sentir y vivirse siendo consciente de las múltiples partes que la componen. 

La relación entre los eventos 

Si la armonía es comprender que todo está relacionado, la meditación permite comprender este fenómeno; es decir, cómo se relacionan los eventos entre sí y cómo se explican las relaciones de causa-efecto entre ellos. Esto, además, se relaciona con los pensamientos, acciones y valoraciones, las cuales pueden cambiarse o reconducirse para mejorar las experiencias cotidianas. 

Gestión de las emociones 

El mindfulness muestra el camino hacia la gestión efectiva de las emociones. Debido a la profundidad y objetivos de la meditación, permiten aprender a darle forma a la mente. Ayuda a reconocer las emociones sin juzgarlas y responder ante ellas de manera equilibrada sin que impacten en la estabilidad intra e interpersonal. 

Remontar obstáculos 

La práctica de la atención plena ayuda a enfrentar y superar los obstáculos que se presentan en la cotidianidad de la vida. Por tanto, permite ver los desafíos como oportunidades para aprender y crecer. 

Practicar y seguir practicando 

La práctica de la atención plena es un proceso continuo. Requiere práctica constante y aunque parezca que en un principio no ofrece grandes beneficios, es bien sabido que los practicantes experimentados que aplican mindfulness en la vida afrontan de mejor manera la vida cotidiana. 

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