¿Cuál es la historia del rosa mexicano?

La riqueza cultural de México es innegable. Música, arqueología, gastronomía, lenguas indígenas, entre otros, conforman unos cuantos campos en los que este país resalta no solo en el ámbito hispanohablante, sino también en todo el mundo. Como parte de todo esto, el la historia del rosa mexicano ejemplifica bastante bien la presencia internacional de este país. En este texto, se comentan los aspectos relevantes sobre este color.

La tradición detrás del color 

Podría decirse que el rosa mexicano –también llamado color buganvilia– ha estado en la cultura mexicana desde mucho antes de su popularización de la mano del diseñador que lo hizo famoso internacionalmente. Se trata de un color brillante, intenso y que se aproxima a colores como el rojo y el magenta sin llegar a fundirse con ellos.  

De la mano de la flor que le da uno de sus nombres, adorna muchas localidades del país; además, está incluido en muchos productos de la cultura indígena y regional a través de tejidos, cerámica y otros adornos utilizados para festividades. 

Es más, cuando se trata de estas últimas, el rosa mexicano aparece en los detalles que adornan las calles. Aquí se habla del papel picado, un adorno tradicional que da vistosidad y color a través de hileras de papeles que se unen de lado a lado, de muro a muro, para dar una apariencia colorida, festiva y agradable para los espectadores. 

Entonces, ¿cómo surge el “rosa mexicano”? 

Como se mencionó, el color se popularizó más allá del uso tradicional hacia la década de 1940 cuando Ramón Valdiosera –diseñador de modas e historietista– lo implementó en sus vestidos y ropas inspirados en los trajes tradicionales de México. En su afán por conocer esta parte de su país, hizo diferentes viajes de investigación en los que pudo conocer las profundas raíces de este color, la importancia para la cultura de sus gentes y lo representativo que al mismo tiempo era en muchos ámbitos de la vida cotidiana. 

Precisamente, en 1949, con una colección pensada en el color de la buganvilia, Ramón Valdiosera participó como diseñador en un desfile de modas en el Hotel Waldorf-Astoria en Nueva York. Poco común fuera de los límites de su país, dicho color provocó no solo interés en los asistentes, sino también sorpresa por la tonalidad encendida y llamativa que este tenía. Cuando le preguntaron por él, respondió que se trataba de un color de su país. Una periodista, Pele Mesta, le colocó el nombre que ahora conocemos: mexican pink o rosa mexicano. 

El éxito del rosa mexicano 

También podría decirse que el rosa mexicano se convirtió en el emblema del país que lo vio nacer. Si Valdiosera lo puso bajo los ojos de los críticos de moda, también lo hizo en el ambiente artístico de la época, ya que actrices de gran fama como Rita Hayworth utilizó vestidos diseñados por él. 

Además, lo que aparentemente estaba circunscrito al ámbito de la moda pronto recaló en otros campos como la arquitectura, donde Luis Barragán echó mano de esto color para muchas de sus obras arquitectónicas. Tanto fue así que, de hecho, el rosa mexicano se convirtió en distintivo de su trabajo profesional. 

Con el tiempo, y sobre todo durante la última década del siglo XX, el rosa mexicano se hizo cada vez más conocido en muchos ámbitos y también se convirtió en un distintivo del país, casi como el color nacional. Es un color que incluso está reconocido dentro de la gama de colores catalogados por Pantone, cuyo sistema de definición cromática es muy famoso en todo el mundo. Así, el rosa mexicano se extendió más allá de sus propios límites tradicionales. 

Impacto del rosa mexicano 

Hoy en día, el rosa mexicano mantiene un lugar preponderante en la estética y la cultura de México. Desde la moda y el diseño de interiores hasta la arquitectura y las artes, este color sigue siendo un pilar de la identidad cultural mexicana. Ricardo Legorreta, un arquitecto mexicano reconocido a nivel mundial, continuó con el legado de Barragán utilizando el rosa mexicano en muchas de sus obras. 

La presencia continua del rosa mexicano en la arquitectura moderna de México, así como en su arte y diseño, es un testimonio de la duradera influencia de este color. Más que una moda pasajera, el rosa mexicano es una parte esencial del legado cultural y artístico de México, un legado que sigue vivo y se sigue redefiniendo en el presente.

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