Estrategias para motivar a los alumnos: ¿cuáles son las más efectivas?

Uno de los principales resultados de las investigaciones en neuroeducación es el reconocimiento de la importancia de la motivación en los procesos de enseñanza-aprendizaje. Gracias a la utilización de metodologías adecuadas, los estudiantes pueden acercarse a los contenidos de las asignaturas a través de experiencias auténticas, entretenidas y, por lo tanto, motivadoras. Pero para alcanzar un ambiente en el que el aprendizaje sea estimulante, se deben seguir estrategias para motivar a los alumnos. En este texto, se presentan las diez estrategias más efectivas que pueden aplicarse en las aulas.

Principales estrategias para motivar a los alumnos 

Las estrategias para motivar a los alumnos son esenciales para generar un ambiente de aprendizaje efectivo y significativo. Aquí se describen diez de las más efectivas. 

Conocer a los alumnos es la clave principal 

El punto más importante en el momento de diseñar estrategias para motivar a los estudiantes es, sin lugar a dudas, conocerlos; en otras palabras, los docentes deben contar con información relevante sobre las características individuales, sus necesidades, motivaciones y expectativas con respecto a la asignatura. Esto permitirá no solo adaptar la manera en la que se imparten los contenidos, sino también plantear dinámicas y actividades pertinentes para cada caso. Cabe resaltar que los estudiantes perciben, prontamente, el interés de los docentes a través de ciertas señales, como que aquellos sepan sus nombres. 

Demostrar entusiasmo va más allá de una sonrisa 

Una sonrisa no es suficiente para demostrar entusiasmo; más bien, esta debe estar acompañada de energía y carisma. Pero ¿por qué estas actitudes son tan importantes para los estudiantes? Estos son muy sensibles a captar la predisposición de los docentes por la materia o por el genuino placer de enseñar; es decir, el entusiasmo viene muchas veces del gusto. Podría decirse que esto es, incluso, bastante evidente, puesto se puede percibir en el tono de la voz, el lenguaje corporal y el interés por las dudas.  

Gamificar las clases es un imperativo 

Los docentes conocen muy bien sus métodos de enseñanza. En efecto, saben cuándo deben incluir actividades prácticas y colaborativas; sin embargo, en ocasiones, dichas dinámicas no logran crear una participación activa de los estudiantes, lo que puede derivar en baja motivación para aprender. Una manera de solucionar esto es, desde luego, implementar juegos y otro tipo de actividades lúdicas. A este se le conoce como gamificación y consiste en integrar el juego como parte fundamental del proceso de aprendizaje. Se ha reconocido su importancia en tanto logra motivar a los estudiantes, quienes terminan por encontrar las clases más motivadoras y estimulantes

Diseñar actividades atractivas es motivar

Con actividades atractivas no solo se entiende que deben incluirse juegos o dinámicas lúdicas. Si bien estos son importantes, hay que recalcar que deben percibirse como relevantes por los estudiantes, así como funcionales para los objetivos que busca el docente. Una buena manera de lograrlo es, por ejemplo, tomar un tema o un contenido específico de este para agrupar diferentes conocimientos, como ocurre con la asignatura de historia, en la que la elaboración de una línea de tiempo interactiva puede activar conocimientos previos. Asimismo, cada dinámica debe contar con una recompensa que pueda traducirse no solo en una calificación alta, sino también el reconocimiento del esfuerzo de los estudiantes. 

Recurrir al humor hace todo más fácil 

El humor tiene un gran potencial para captar la atención de los estudiantes. Aunque puede presentarse a través de bromas, se busca que consiga risas de distensión, confianza y entretenimiento genuino a partir de determinadas circunstancias o temas. Por ejemplo, se pueden insertar bromas en la narración de anécdotas. Así, la risa puede convertirse en una gran aliada de los docentes cuando la clase se torna monótona o hay progresiva desmotivación visible en los estudiantes. Con esto, los estudiantes responden mejor a la rutina de las clases, la complejidad del contenido, la participación en clase y la rigurosidad de las evaluaciones. 

Utilizar nuevas tecnologías es el futuro 

En el contexto de la enseñanza, la tecnología educativa es una noción que ha surgido a raíz de las innovaciones tanto en dispositivos electrónicos como en softwares y plataformas. Desde finales del siglo XX, de hecho, muchos pedagogos y especialistas en educación apostaron por investigaciones para comprobar la efectividad de la tecnología en los procesos de enseñanza-aprendizaje. Sin que fuera una sorpresa, comprobaron que utilizar las herramientas y recursos adecuados potenciaban la capacidad de atención y el nivel de asimilación de conocimientos. Junto con esto, además, en el siglo XXI, la tecnología y lo digital han calado en el día a día de los estudiantes, por lo que utilizar las ventajas que brindan, por ejemplo, las plataformas de LMS y los juegos educativos es una obligación. 

Plantear metas realistas y alcanzables 

Para mantener altas expectativas en los estudiantes no solo se debe plantear contenido novedoso –completamente lejanos de apuntes desfasados, no actualizados–, sino también considerar metas realistas y alcanzables en torno a los objetivos de la asignatura. Así, una asignatura bien organizada cuenta con una programación clara en la que cada periodo, módulo o tema cuenta con una meta en cuanto al desarrollo de competencias, destrezas y habilidades con un nivel apropiado de dificultad. Por ejemplo, las metas no serán las mismas en las asignaturas STEM –usualmente consideradas más complejas– que en las asignaturas de letras. Esto es fundamental para la motivación, puesto que, al alcanzar progresivamente resultados, los estudiantes pueden llegar a buscar información de manera espontánea y, así, mejorar su aprendizaje. 

Demostrar empatía genera un ambiente positivo 

La empatía se define, grosso modo, como la capacidad de comprender lo que le ocurre al otro. En la docencia, esto es de gran relevancia para generar confianza en los estudiantes, quienes viven y experimentan el mundo de manera diversa en su proceso de desarrollo. Así, si el docente comprende las necesidades del estudiante, puede brindarle no solo apoyo de contención emocional, sino también recomendar apoyo psicopedagógico para mejorar los resultados académicos. Es una buena manera de llegar a los estudiantes para generar motivación. 

Priorizar la práctica motiva más 

Tomando en cuenta las estrategias anteriores, los juegos, las dinámicas, el trabajo colaborativo y los proyectos se enfocan en la práctica como manera de mantener y mejorar la motivación de los estudiantes. Gracias a estos tipos de actividades, ellos pueden interactuar, intervenir y ser parte de la aplicación de resolución de problemas, donde cada opinión, conocimiento o habilidad son valorados. Esto estimula aún más el interés, se refuerza la comprensión de los contenidos teóricos y se desarrollan capacidades con gran utilidad para su futura vida profesional. 

Fomentar la autonomía crea autorregulación 

Por último, para cerrar estas estrategias de manera redonda, se debe señalar que otro factor que promueve la motivación en los estudiantes es la autonomía. Esta consiste en que ellos tienen la oportunidad de tomar decisiones y tener cierto control sobre so proceso educativo, es decir, que pueden autorregularse en el proceso de aprendizaje. Esto fomenta la comprensión, interpretar y describir situaciones, contenidos y contextos de aprendizaje, de tal manera que los alumnos aprender a aprender (el cómo) y no se quedan en el contenido (el qué). Así, el aprendizaje se convierte en camino placentero, interesante y estimulante, lo que en el aula se convierte en base para la motivación.

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