La Organización Mundial de la Salud (OMS) plantea un conjunto de iniciativas para evitar los eventos adversos en enfermería. Entren ellos, se encuentran la atención limpia para la reducción de infecciones, la cirugía segura y la medicación sin daño. Los centros hospitalarios, en este sentido, deben velar por la seguridad del paciente a través de acciones estratégicas que implican la elaboración de directrices para la atención médica y el seguimiento oportuno.
Los cuidados de enfermería son fundamentales tras las intervenciones médicas realizadas en hospitales y clínicas. Durante estos, el objetivo principal es garantizar la seguridad del paciente en los siguientes procedimientos asociados, como la administración de medicación –oral, intramuscular o intravenosa–, el uso de monitores, la ventilación asistida, las pruebas diagnósticas y demás cuidados generales.
Siguiendo esto, un evento adverso se entiende como un evento inesperado que puede derivar en el daño al paciente durante la prestación de servicios de salud durante la hospitalización. Se trata de eventos que no están directamente relacionados con la situación del paciente, sino a la atención médica brindada por los profesionales de la salud. Precisamente, en el contexto de la enfermería, los eventos adversos pueden tener lugar tras errores humanos o fallos en los equipos.
Los eventos adversos pueden clasificarse en dos tipos de eventos: los graves y los leves.
Estos eventos pueden conducir a una pérdida funcional (discapacidad) o, en otras circunstancias, la muerte del paciente (letalidad).
En comparación con los eventos adversos graves, los eventos leves pueden derivar en consecuencias menores, como fiebres, caídas, prolongaciones en la estancia, entre otros. En general, se trata de molestias que pueden ser afrontada sin mayores problemas.
Los eventos adversos relacionados con medicamentos pueden surgir debido a dosis incorrectas, interacciones medicamentosas o reacciones alérgicas. Asimismo, pueden estar vinculados problemas de monitorización o preparación de los medicamentos (proporciones erróneas, por ejemplo).
En lo que respecta al tracto respiratorio, los eventos adversos en enfermería suelen estar relacionados con la obstrucción de la vía aérea, el desplazamiento de tubos endotraqueales, desconexión de la ventilación mecánica, entre otros. En este tipo de casos, asimismo, pueden presentarse problemas derivados del mantenimiento insuficiente de equipos, como los ventiladores.
También son frecuentes los problemas de inserción incorrecta de accesos vasculares, sondas, drenajes, catéteres y demás, lo que puede causar infecciones o lesiones en los vasos sanguíneos. Esto puede deberse a una desconexión tardía o accidental.
En el caso de los cuidados, los eventos adversos pueden ocurrir en forma de úlceras en el cuerpo, ausencia de cuidados, la incorrecta inmovilización de cuerpo cuando esta es necesaria, las caídas o la falta de atención a lo solicitado por el paciente.
Las infecciones adquiridas en el hospital, como las asociadas a dispositivos médicos o sondas uretrales, representan un evento adverso significativo en el ámbito de la enfermería. Una de las infecciones más comunes es la neumonía intrahospitalaria.
Los errores humanos son la causa más común en la ocurrencia de eventos adversos, ya sean graves o leves. Estos pueden ser causados por desconocimiento, distracción y, en mayor medida, fatiga, ya que las jornadas de trabajo en enfermería suelen exigir no solo fuerza física, sino también altos niveles de concentración y atención. Aunque en las escuelas de enfermería, así como en las universidades, se brinda una formación sólida con respecto a los cuidados hospitalarios, los errores humanos pueden ocurrir en cualquier momento.
En ocasiones, siguiendo lo anterior, la falta de esterilización del instrumental médico, la utilización accidental de material biocontaminado o la ejecución incorrecta de un procedimiento –como el cambio de sondas– pueden llevar a complicaciones graves.
Otra causa muy común es el uso de material médico, o bien defectuoso, o bien inadecuado para el procedimiento. Esto, desde luego, puede derivar en daño leve o grave en el paciente. Los profesionales de la enfermería deben, en este sentido, verificar que el instrumental o material sea el adecuado para el tipo de intervención a realizar.
Un entorno hospitalario con errores de diseño en la infraestructura puede contribuir con accidentes, como las caídas. Además, si el centro médico cuenta con mobiliario defectuoso o antiguo, es más probable que se incrementen las posibilidades de sufrir accidentes.
La falta de comunicación clara entre el personal de salud puede resultar en errores de medicación, procedimientos inadecuados o desatención del paciente. Esto suele ocurrir en los cambios de turno o cuando el paciente es derivado a otra sala de cuidados.
Los hospitales y clínicas cuentan con sistemas y normas de supervisión de las tareas de enfermería. Sin embargo, cuando este proceso no se realiza adecuadamente, se puede incurrir en la omisión de cuidados esenciales, negligencias o la realización de procedimientos incorrectos.
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