¿Cómo prevenir el bullying escolar?

El bullying, un problema muy presente ámbito escolar, abarca diversas formas de agresión y hostigamiento, que afectan a estudiantes de todas las edades. Con el fin de abordar esta problemática de manera eficiente y efectiva, es fundamental comprender sus diferentes tipos y las dinámicas que lo sostienen. En este texto, se describen en detalle los tipos de bullying, así como las estrategias y medidas de prevención necesarias para enfrentar esta situación en las escuelas. Además, se destaca la importancia de estar alerta a las señales de alerta, escuchar a las víctimas, combatir la normalización de la violencia y establecer protocolos de acción adecuados para asegurar un entorno educativo seguro y propicio para el desarrollo integral de los estudiantes.

¿Qué es el bullying

El bullying, también conocido como acoso escolar, consiste en toda agresión que se ejecuta de manera continuada contra una víctima, quien recibe ataques de uno o más compañeros de escuela. Se trata de un conjunto de dinámicas de intimidación y hostigamiento que tienen como objetivo dominar o humillar, lo que demuestra un abuso de poder de parte del agresor. Ocurren en diversos ámbitos dentro y fuera de la escuela, e incluso en medios digitales.  

Tipos de bullying 

Se pueden mencionar los siguientes tipos de bullying

  • Físico. Este tipo de acoso contempla acciones que pueden afectar la integridad física de la víctima. Se incluyen golpes, empujones, mordiscos, patadas, palizas, entre otros.  
  • Psicológico. Con la utilización de la palabra, los agresores pueden causar daño psicológico en sus víctimas. Esto repercute en la autoestima de la víctima, ya que se suelen proferir insultos, ofensas, rumores, intimidaciones, entre otros. 
  • Sexual. En este caso, las agresiones de índole sexual pueden incluir tocamientos indebidos, golpes u otro tipo de acciones relacionadas.  
  • Social. Aislar, discriminar y excluir son las formas más comunes de bullying o caso escolar en este tipo. 
  • Ciberbullying. Un caso de bullying en redes sociales puede tener un impacto superior a nivel psicológico por el nivel de alcance de estas plataformas. En estas, se pueden realizar chantajes, calumnias y difundir mensajes denigrantes. 

Maneras de prevenir el bullying en la escuela

Prestar atención a las señales de alerta 

Los casos de acoso escolar son una realidad que, en muchas ocasiones, pasa desapercibida. Las dinámicas que establecen los agresores suelen encontrar lugar cuando ningún miembro de la comunidad educativa, entre ellos los docentes y directivos, está presente o no puede notarlo de manera directa. En estos momentos, precisamente, se perpetran agresiones de diversa índole, las cuales pueden llegar a ser sistemáticas y causar daños a largo plazo, tanto a nivel físico como psicológico. 

Por esta razón, todos los miembros de la escuela deben estar alertas no solo a las agresiones cuando estas ocurren, sino también a indicios tan comunes como el aislamiento y el bajo desempeño académico. Estos cambios en las víctimas pueden ser el punto de partida para indagar en qué es lo que les ocurre para evidenciar la existencia del acoso escolar. En pocas palabras, no basta con ser testigo directo; por el contrario, se necesita también estar alerta para identificar y plantear soluciones a situaciones de acoso

Escuchar a las víctimas de acoso 

Una de las preguntas que suelen surgir frente a los casos de acoso es la siguiente: ¿quién escucha los testimonios de las víctimas? En principio, los docentes suelen ser los primeros en recibir las alertas de los alumnos que experimentan diferentes tipos de bullying. Sin embargo, sin una adecuada respuesta por parte de aquellos, ellos pueden sentir que no encuentran la protección necesaria.  

Por lo tanto, la atención debe contemplar, en primer lugar, una escucha atenta para comprender qué ha pasado y cuándo, quién fue el agresor o agresores, y por supuesto cuáles fueron las consecuencias de tales acciones en quien denuncia. La empatía y las respuestas asertivas deben guiar este proceso. En segundo lugar, los docentes, en colaboración con otros actores de la escuela, debe tomar medidas de contención para proteger a la víctima y para que no vuelvan a ocurrir. Es fundamental no subestimar las experiencias y destinar tiempo a la resolución de este tipo de situaciones. 

Combatir la normalización de la violencia 

El bullying en las escuelas puede ser relativizado o normalizado debido a que aún existe la cultura de la violencia en las escuelas. En efecto, las creencias en torno al acoso escolar pueden tener un impacto dramático en niños y adolescentes, puesto que, ante una inexistente o ineficiente gestión de la violencia, se sienten desamparados al mismo tiempo que siguen sufriendo agresiones. En este sentido, es necesario desterrar ideas relacionadas con que la violencia es natural en determinadas edades y que, además, esta forja el carácter de los estudiantes, lo que les hace más fuertes y menos cobardes. Ante esto, la respuesta es rotunda: nada justifica las agresiones y tampoco que estas no reciban el tratamiento que merecen de parte de toda la comunidad educativa. 

Identificar lugares y momentos críticos 

La violencia escolar, como se dijo, suele ocurrir en momentos en los que ni docentes, ni administrativos, ni directivos están presentes. Esto hace necesario identificar los momentos y espacios en los que ocurren los actos de violencia física y psicológica. Por ejemplo, pueden ocurrir en el salón durante los cambios de asignatura; en espacios específicos de la escuela durante los recreos o fuera de ella al terminar las clases. Es importante, por lo tanto, fomentar el control de estas circunstancias a través de la presencia de docentes y familiares. Incluso, cuando se trata de violencia en las redes sociales, debe haber una gestión adecuada de la situación de acoso. 

Establecer protocolos de acción 

Cada escuela debe contar con un protocolo de acción frente al bullying. Su elaboración e implementación debe contemplar todas las variables que permiten prevenir, identificar los casos de violencia, sus tipos, las medidas de contención socioemocional y las acciones correctivas para los perpetradores. Hay que recalcar que los protocolos, en ningún caso, deben convertirse en un mero registro de los hechos, sino que deben situarse como un documento guía que permita tomar acciones según ciertos marcos establecidos por especialistas. 

Es así como se debe contar con diferentes fases de acción, que pueden ser: 

  • Primera fase. Se comunica la agresión, se constituye un equipo para abordar el caso, se recoge la información y esta se analiza.  

  • Segunda fase. Se comunica a las familias sobre la agresión, se realiza una intervención para tratar el conflicto y se implementan medidas educativas, tanto individuales como colectivas. Además, se aplican medidas disciplinarias. Por último, se finaliza la intervención y se realiza un seguimiento sostenido para estar al tanto de cómo evoluciona el caso. 

Cada una de estas fases, desde luego, merece un desarrollo más amplio. Las escuelas deben volcar toda esta información en documentos que puedan ser consultados por cualquier miembro de la escuela.

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